La crisis del COVID19 agrava la situación de las víctimas de violencia y de los pacientes con enfermedades mentales y adicciones
Mucho se habla estos días de los trabajadores de la salud que luchamos en primera línea contra el COVID19 -una atención merecida fruto de un trabajo con unos costes profesionales y personales que tendremos que evaluar cuando finalice la pandemia-; pero también hay un grupo de sanitarios, en nuestro caso enfermeras, que presentamos batalla desde otros frentes.
Nos referimos a todas las enfermeras y enfermeros que trabajamos cada día en el ámbito de la violencia de género y machista o de la salud mental y las adicciones (por poner sólo unos ejemplos) y que nos hemos encontrado con el peor de los enemigos: la aislamiento. El confinamiento de grupos de riesgo, y muy vulnerables, a los que estos días se les harán eternos.
El caso de la violencia de género y machista, en el que la Atención Primaria Enfermera es decisiva para la detección de casos, se encuentra ahora que los centros sanitarios de proximidad están más lejos que nunca para las personas que la padecen en su entorno más próximo. Lo mismo ocurre en el campo de la Salud Mental, con terapias y grupos de apoyo interrumpidos; o en el de las Adicciones, siendo difícil acceder a determinadas sustancias y / o prácticas de consumo o conductuales (ludopatía …) más frecuentes.
En definitiva: se puede sobrevivir a la convivencia con quien te maltrata, 24 horas al día y sin ningún tipo de apoyo psicológico o sanitario? ¿Qué pasa cuando la violencia o la patología derivan en lesiones físicas y la situación, a veces, no permite pedir auxilio?
Me consta que los equipos profesionales multidisciplinares, en los que también hay enfermeras, se afanan por mantener el contacto con seguimiento telefónico o presencial en los casos censados como graves. Pero, ¿qué ocurre cuando la víctima o la persona ni siquiera está en el sistema? ¿Qué pasa cuando no hay antecedentes y el confinamiento es el detonante de la primera agresión, crisis mental o adicción?
Por todo ello, las enfermeras pedimos ayuda. Ayuda a la población para que esté alerta sobre cualquier indicio en su entorno más próximo: el de su propia casa y su familia, sus vecinos, sus amigos. Una llamada para saber que alguien está bien lo es todo y, en el caso de la violencia machista, puede disuadir o reducir el nivel de agresión si el maltratador le da miedo que se le descubra
En este sentido, la Comisión Nacional para una Intervención Coordinada contra la Violencia Machista (CNVM), a través del Instituto Catalán de las Mujeres, ha puesto en marcha un plan para apoyar a las mujeres víctimas que pueden ver agravada su situación durante el periodo de confinamiento por la COVID19:
• Refuerzo del 900 900 120 -línea gratuita contra la violencia machista con atención las 24 horas y equipo profesional multidisciplinari- y nuevo servicio de WhatsApp 671778540.
• Red «Establecimiento seguro contra la violencia machista», comercios señalizados en los que las víctimas pueden pedir ayuda para que llamen a los servicios de apoyo.
• Espacio web http://dones.gencat.cat/ca/ambits/violencia_masclista con toda la información y recursos disponibles.
Es muy importante que las administraciones competentes estructuren los servicios de proximidad para adaptarlos a la nueva situación que, a pesar de ser transitoria, será larga. Que no se escatimen recursos ni esfuerzos para garantizar la sostenibilidad y continuidad de un tipo de atención, en muchos casos, aún en construcción o incipiente.
Y a las enfermeras, muchas de vosotras alternando este trabajo con la incorporación parcial o total al ámbito asistencial para el cuidado de las personas con COVID19 en hospitales y centros de salud, no os rindáis: Somos Enfermeras!
Montserrat Gea Sánchez
Presidenta del Colegio Oficial de Enfermeras y Infermeros de Lleida
